Si te consideras una persona exigente, este artículo te interesa.
Lo primero de todo, tómate con calma esta lectura y deja las exigencias para otro momento 😉.
Me tiene alucinada que las personas que acuden a mi consulta por temas de Diversidad Sexual, no se dan cuenta del alto nivel de exigencia que tienen.
Empezamos trabajando su objetivo, pero en un momento u otro del proceso, acaba saliendo la exigencia como obstáculo y/o impedimento en su día a día.
He de decir que me reconozco en esa actitud antes de salir del armario y tengo claro que intentar ser perfecta me ayudaba a sustituir la parte que negaba de mí, la orientación sexual.
Era como si algo muy inconsciente en mi interior me dijera “como nadie me querrá así, voy a ser perfecta en todo lo demás”.
Como todo en su justa medida y equilibrado, ser exigente está muy bien. Te da esa energía para luchar por las cosas que deseas y para hacerlas de la mejor manera.
Te permite conseguir objetivos, no dejar las cosas a medias, centrarte en lo que quieres, … etc.
Pero en este artículo voy hablar de la exigencia como desequilibro en tu vida y cuando ya no es sana para ti.
Empiezo diciendo que no es un estado natural del ser. Es un comportamiento forzado y llevado al extremo para satisfacer alguna necesidad.
La exigencia es lo que nos lleva a buscar el perfeccionismo, otro estado no natural en el ser.
Hay mucha gente que reconoce que es exigente. Pero la mayoría se queda en el discurso y no va más allá. Lo que me parece interesante y provechoso es no quedarte en la superficie y entrar en las profundidades.
Me explico: lo “fácil” es decir que eres exigente. Te repites una y otra vez y al final forma parte de ti, incluso a veces, lo utilizas de excusa para justificar como eres.
Lo difícil es dejar ese diálogo repetitivo y hacerte preguntas más profundas que te van a dar respuestas más interesantes.
¿Qué hay detrás de la exigencia?
Principalmente una baja autoestima e inseguridad.
Es curioso porque las personas exigentes suelen dar una imagen totalmente contraria. Parecen ser personas con mucha energía, seguras de sí mismas, que controlan y saben lo que dicen.
Precisamente se trata de eso, de tener el control de lo que sucede y de la imagen que estás dando.
El control es la falsa creencia que todo depende de ti, que todo está en tus manos y cuando eso no sucede, que pasa a menudo, la frustración es muy potente. Yo lo llamaría el “falso control” donde te autoengañas creyendo que estás segurx.
Antes decía que era un comportamiento para satisfacer una necesidad y para mí, tiene algo que ver en qué no te aceptas como eres y necesitas tener otra imagen de ti mismo y de la que ven lxs demás de ti.
La exigencia es la autoafirmación de que sabes de algo.
En el fondo las personas exigentes no quieren equivocarse y esto tiene mucho que ver con la imagen externa que quieren dar. Para las personas exigentes, la opinión de los demás es muy importante y les afecta, de ahí la baja autoestima y la inseguridad.
Repercusiones:
Como todo llevado al extremo, tiene unos efectos en ti y en la gente que te rodea.
El problema es que no eres exigente contigo mismx, lo eres con todo el mundo y lo que te pides a ti se lo pides al resto. Una vez me decía alguien muy exigente “si yo puedo hacerlo ella también tiene que poder”.
La misma carga y presión que te pones, se la estás colocando a la otra persona y eso es algo que no gusta. Normalmente, la gente se siente incómoda con las personas altamente exigentes.
Cuando te posiciones en esta actitud de exigencia estás muy próximx a la arrogancia. Das a entender que tú eres mejor que la otra persona y te pones por encima de los demás. Es muy fácil que, para que las cosas salgan como tú quieres, le acabes diciendo a la otra persona lo que ha de hacer y como ha de hacerlo.
Otra repercusión es el tema de la frustración que he comentado antes. Las personas exigentes, sí o sí han de conseguir lo que se han propuesto, así que cuando el objetivo no está cumplido suelen sentirse frustrados. Alguna de las emociones que están presentes en esas situaciones son el enfado o rabia y la vergüenza.
Enfado y rabia que a veces demuestran hacía la otra persona para evitar sentirlo hacía sí mismas, y vergüenza que está muy relacionada con la opinión que van a tener las otras personas de ti.
Recuerda que a las personas exigentes les importa mucho la opinión que el mundo tenga de ellas; están con tanta tensión y presión al hacer algo, que no suelen disfrutar del proceso de hacerlo.
Suele ser una actitud que trata de equilibrar que no te miran como querrías. Que no estés dando la imagen que te gustaría dar y eso puede hacerte sentir excluidx. Este sería un motivo de porque hay tanta exigencia, según mi experiencia profesional, en personas del colectivo LGTBI.
En el fondo, siempre están haciendo lo que creen que es correcto, adecuado y consiguen resultados. Lo que a veces no ven es que lo “adecuado y correcto” no es lo beneficioso y sano.
La buena noticia es que esta actitud se debilita en el momento que empiezas a darte cuenta.
Como siempre digo, lo primero para realizar un cambio o transformación, es darte cuenta que esa creencia, actitud, comportamiento o lo que sea, ya no es beneficioso para ti y necesitas hacerlo de otra manera.
Vivir con un nivel de exigencia sano, es liberador. ¡Tanto como dejar de controlar!
¿Te interesa evolucionar en este tema?
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Me dedico a acompañar a personas del colectivo LGTBI, a través del coaching y la terapia, principalmente para ofrecer esa «otra manera». La manera en la que dejas de vivir la vida de otros para vivir la tuya.
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